Bendita Caca

Bueno al quinto de día de nacer Lola, tuvimos que pedir cita en el centro de salud a la pediatra porque Lola no hacía caca.

¡Madre mía! nunca pensé que tal desecho, pestilente, podría desesperarme tanto. Nada la niña no había hecho caca desde hacia tres días.

Así que fuimos a ver a la pediatra (que no era la que nos habían asignado), y nos comentó que quizás la niña podría estar deshidratada. 

Puso en duda que la alimentara bien (ya hablaremos de la dichosa lactancia materna), así que para demostrarla como lo hacía y cómo la niña se enganchaba me hizo pasar a un despachito y darle la teta a Lola.

Estuve como unos 45 minutos entre teta y teta, para demostrarla a la señora que sabia hacerlo. Me sentí realmente examinada. Me río yo de los exámenes de la dichosa carrera, esto si que era una prueba.

A pesar de ello me dijo que es que yo no la debía estar alimentando bien, así que quizás debería introducirle un biberón para suplementar y que además nos acercáramos al hospital infantil del Gregorio Marañón para cerciorarnos de que no estaba deshidratada.

Creo que era una pediatra absolutamente insegura, que no tenía ni idea. Reconozco que era muy amable, pero vamos que me examinen de esa manera, no me gustó nada.

Pues nos fuimos al hospital. Nos atendieron enseguida, y una pediatra jovencita, amable y cariñosa, examinó a Lola. Mi marido y yo nerviosos por otra parte, porque la caca no salía. 

La pediatra, nos comentó que yo tendría que pasar con la cría a una sala de observación, para que una enfermera me enseñara a darle el pecho y si eso no servía para que hiciera caca, tendrían que meterle una sondita por el culillo. (Claro que no he explicado que ya tenía unas grietas impresionantes, un escozor y a pesar de ello seguía dándole el pecho a Lola.)

Así que nada, yo, la mamá de Lola, tuve que pasar sola  a la sala de observación, mientras el papá esperaba en la sala de espera a que la caca de la niña saliera.

La enfermera especialista en Lactancia materna me enseñó cómo debía ser la postura, y cómo la niña debía coger el pecho. Agradezco enormemente esta lección, porque eso me ayudó a hacer las cosas mejor.

Yo miraba a mi alrededor y todos los niños, estaban malitos, pero malitos malitos y mi preocupación era, que Lola saliera del hospital con una gripe u otra infección contagiada por esos niños. 

Finalmente como a la niña no le salía la caca, ni con lactancia materna ni con un biberón que le metieron, le introdujeron una sondita. (esto no se hace en casa, solo en el hospital y por profesionales), la niña echó todo lo que tenía la pobre. Desde aquel día, Lola, no para de hacer caca. Por eso digo BENDITA CACA, que nos tuvo preocupados y examinados.